
Matías en el corazón de Aranjuez.
Poco o nada podemos decir de Matías que no sepa cualquier ribereño de pro. Alguien bromista, risueño, simpático y algo socarrón. Alguien a quien no se le puede negar formar parte del más profundo tejido de Aranjuez. Alguien trabajador, muy trabajador y dinámico, fuese en un jardín, en el huerto o en las largas colas en su famoso puesto de bocadillos en la Plaza de Parejas, el Tronzón de las Doce Calles, el Raso de la Estrella o en el ferial del Real Cortijo de San Isidro.





