Real Embarcadero de Fernando VI, Pabellones y Museo de Falúas.
Mandado construir por Fernando VI (1713-1759) a mediados del siglo XVIII, es anterior a los Jardines del Príncipe, entonces, los terrenos actualmente ocupados por el jardín eran tan sólo bosques y huertas hasta que Carlos IV entonces Príncipe de Asturias, en pleno auge del barroco como uno de los mejores exponentes en España del paisajismo inglés de la época.
El Embarcadero Real se erige como una fortificación con un murallón almenado, dos garitas y una escalinata que daba acceso a los navíos. Está construido con piedra de Colmenar, en el se apostaban doce cañones de bronce grabados con los escudos reales de España y Portugal, su misión era disparar las salvas de honor cuando la comitiva real iba a tomar tierra. El célebre castrato italiano Carlo Broschi (1705-1782), conocido por el sobrenombre de Farinelli se encargaba de deleitar a los reyes y a sus acompañantes con recitales de música, durante el paseo fluvial. También organizó numerosas travesías por el Tajo como director de entretenimientos reales, uno de los cargos que desempeñó al servicio de la monarquía española. El embarcadero era la partada principal de la llamada escuadra del Tajo.
Fernando VI y Bárbara de Braganza en los jardines de Aranjuez. Battaglioli, Francesco. Óleo sobre lienzo – Museo del Prado.
Nombre con el que se conocía al conjunto de fragatas, galeones, botes y falúas capricho del monarca y de su esposa Bárbara de Braganza. Las tardes de primavera, entre los años 1752 a 1758, surcaban las aguas del Tajo con la Falúa Real, la nave más importante reservada a los reyes, a la cabeza. Además de esta, en orden de importancia estaba la Falúa de Respeto en la que viajaban invitados ilustres y una veintena de embarcaciones réplicas a menor tamaño de buques de guerra.
Cuando zarpaba la Escuadra del Tajo se desplazaban hasta Aranjuez alrededor de 200 marineros, que bajo el mando de un almirante se responsabilizaban de todo el operativo. Los barcos partían usualmente de las atarazanas dispuestas en la ribera del río (hoy en día el Camping Internacional) y se hacían varias escalas hasta llegar al Palacio Real, en estas escalas los reyes reposaban y cazaban.
La Escuadra del Tajo
Falúa de Carlos IV – Museo de Falúas Reales.
El Embarcadero Real era una de las paradas más esperadas desde donde se llegaba al Pabellón Real, diseñado en 1754 por Santiago Bonavía. Su decoración interior era suntuosa: sedas, esculturas de mármol, lamparas de araña, cerámica de manises… Fué restaurado en 2002 pero no se conserva nada de su decoración interior.
Museo de Falúas Reales.
La Escuadra del Tajo estuvo operativa hasta el fallecimiento en 1758 de Bárbara de Braganza. Durante la Guerra de la Independencia, la práctica totalidad de la flota se perdió, aunque muchas embarcaciones pudieron reconstruirse posteriormente y hoy pueden verse en el Museo de Falúas que se encuentra actualmente en las inmediaciones del embarcadero.
Detalles del embarcadero