Teatro Real y Auditorio Carlos III de Aranjuez.
Antes de la construcción del actual existió un teatro anterior albergado en el propio Palacio Real. Construido por Santiago Bonavía en una estancia paralela a la capilla de Felipe II, El teatro quedó inconcluso por lo que nunca se utilizó. Posteriormente, Carlos III mandó edificar el Coliseo de Aranjuez fuera del Palacio en el año 1768.
Este segundo teatro fue obra del arquitecto Jaime Marquet. Autor de la Casa de Correos de la Puerta del Sol y también autor de otros dos teatros de la corte como el de El Pardo y el de San Lorenzo de El Escorial. Tiene un aforo reducido, para 348 espectadores, y es el teatro cubierto más antiguo de España, diseñado, al modo de los coliseos italianos de la época. Estaba dedicado a la representación de comedias y tragedias españolas así como de óperas italianas. El edificio tenía una fachada porticada con cinco arcos de ladrillo y en el frontispicio se puso un grabado con la inscripción de Juan de Iriarte, Oficial Mayor de la Secretaría de Estado: “Rudos deliciis urbana adjecta. Voluptas Jussu. Caroli Tertii. Anno MDCCLXVIII”. Que traducido dice: Las delicias campestres aumentan los placeres urbanos, el rey que lo construyó y el año de inauguración.
El teatro estaba dividido en cuatro plantas: platea, palcos, anfiteatro y alta, y contaba también con un escenario y dos salas de tertulia. Tenía una capacidad para unas 500 personas y allí se representaron durante años óperas, comedias y dramas. Su inauguración tuvo lugar el 14 de mayo de 1769, a la cual asistió el rey Carlos III, la infanta Doña María Luisa de Borbón y toda la familia real, ocupando el correspondiente palco Real. Posteriormente, en los años 1828 y 1847, se realizan diversas restauraciones con pinturas de Felipe Reyes y bustos de autores dramáticos. A partir de entonces sufrirá numerosas remodelaciones.
Su trayectoria fue azarosa: en 1777 se liquidó la Compañía de los Reales Sitios y las representaciones cesaron alquilándose el teatro como vivienda a los criados del Sitio. En 1801 una empresa privada se hizo cargo del coliseo y cerró en 1807. Tras la Guerra de la Independencia se reabrió, durante el reinado de Fernando VII. Entrado ya el siglo XX se reabrió, cambiando su nombre por el de Gran Teatro Maestro Guerrero. En sus últimos años llegó a funcionar como cine e incluso se rodaron películas en el. Sus puertas se cerraron en 1989.
Un proyecto municipal intentó rehabilitarlo, paralizándose las obras en agosto de 1995, dejando solo en pie el frontal de 5 arcos y la piedra grabada por Juan de Iriarte. A día de hoy, este edificio, uno de los edificios históricos más importantes de la arquitectura española del siglo XVIII, ha sido recuperado llamándose Teatro Real Carlos III de Aranjuez. Abrió de nuevo sus puertas el 5 de junio de 2014. El arquitecto Mariano Bayón fue el autor del proyecto recuperando los originales que se habían conservado, como los frescos del techo o las vigas de madera en la cubierta del teatro.
La sala se ha conformado con los materiales originales restaurados en la forma también confirmada por los propios cimientos originales. Los vestíbulos y las estancias entre muros han sido objeto de una “paráfrasis arquitectónica” que pretende reseñar la intemporalidad de los materiales en sí mismos y en su unión, en la construcción y en los sistemas, sin ninguna aventura mimética ni estilística. Cuenta con dos niveles de palcos sobre la de la planta baja y un nivel intermedio de asientos corridos, y una planta subterránea donde se ha ubicado la cafetería.