La estación de tren de Aranjuez.

Actual estación de ferrocarril de AranjuezActual estación de ferrocarril de Aranjuez.

En Aranjuez el ferrocarril comenzó a prestar servicio el 9 de febrero de 1851 mediante el tren de Isabel II. En aquel momento no había ninguna estación ya que el servicio ferroviario era exclusivamente para la Corte española en concreto para la Reina Isabel II la locomotora llegaba hasta las inmediaciones del Palacio Real de Aranjuez. Junto a las quintas del duque de Valencia y del propio marqués de Salamanca, impulsor del proyecto.

Tenía la misma disposición y dependencias que la de Madrid, con la salvedad de que la puerta central de entrada al andén de cabeza, era mayor para permitir el paso de un tren. Contaba con seis cambios de vía, cinco plataformas para carruajes y tres para locomotoras. Las instalaciones principales de tracción se encontraban aquí, donde la cochera tenía capacidad para ocho locomotoras. Poseía además un taller para la reparación de máquinas.

La de Aranjuez fue la segunda línea férrea de España después de la línea Barcelona-Mataró que fue la primera, si no tenemos en cuenta la de Cuba, cuando era provincia española, que inauguró su ferrocarril entre La Habana y Bejucal en 1848 y realmente fue la primera en territorio español. Cincuenta y cuatro minutos tardaron las locomotoras en recorrer los casi 50 kilómetros que separan Madrid de Aranjuez, todo un logro para la época.
Ver el artículo: «Madrid-Aranjuez: segunda línea férrea de la España peninsular».

Mosaicos de Mario Maragliano en la estación de Aranjuez.

Desde 1915 existía un proyecto de edificar una nueva estación para Aranjuez, pero las obras no comienzan hasta el año 1923. En este año y con cargo a la Caja Ferroviaria se levanta un edificio de nueva planta de estilo neomudéjar. Está formada por una nave rectangular y alargada con un cuerpo central más elevado que el resto, donde se encuentra la entrada principal y su imponente vestíbulo de alto techo con un bello artesonado luminoso del que cuelgan cinco lámparas anulares de hierro forjado. Ladrillo rojo visto, azulejos decorativos, artesonado, forja y un zócalo de piedra. En lo alto, una cornisa que genera una sensación de huecos y vacíos, dando un toque característico a la estación.

Los andenes, en la parte trasera, están protegidos por marquesinas con columnas de hierro. En cada andén hay dos entradas enrejadas con sendas escaleras que conducen a un paso subterráneo decorado con azulejos, obra de Mario Maragliano, que permite a los viajeros el cambio de andén. Hoy en día se encuentra en uso.