Aranjuez, pionera de la telegrafía y radiotelegrafía en España.
La línea ferroviaria Aranjuez-Madrid se inauguró en febrero de 1851 y este hecho llevó consigo un proyecto de telégrafo, se terminó el 5 de abril de 1852, a partir de este momento las siguientes lineas ferroviarias ya nacerían con el telégrafo incorporado. Una Real Orden permitió su uso al público el 28 de Junio del siguiente año, aunque no tuvo mucha popularidad en sus primeros años.
El insigne ingeniero Agustín de Betancourt, del que ya hablamos con motivo de la primera ascensión de un globo no tripulado. Despuntó durante su estancia en Francia mejorando notablemente en 1796 el sistema telegráfico francés de Claudé Chapé. Su sistema se reconoció más sencillo, robusto y moderno, pero el jefe de telégrafos de Francia (Claudé Chapé) se negaría incluso a probar el telégrafo de Betancourt. Con esta situación incómoda fue llamado a España y Carlos IV, el 17 de febrero de 1799, aprueba la instalación de la telegrafía en España. Comenzó el proyecto uniendo Madrid desde El Buen Retiro y Aranjuez (Cerro Parnaso) en 1800, pasando por Cerro de los Ángeles y Valdemoro. Este sistema mejoraba el usado por el mismo Napoleón y estaba previsto que se extendiese hasta Cádiz, pero por problemas económicos no pudo completarse.
La patente se llevó la firma Betancourt-Breget. El suizo Abraham Louis Breget era el mejor relojero del momento y participó con Betancourt en la creación de las manillas para las maquetas presentadas en Francia y España. En la construcción en los talleres del Retiro de la línea Madrid-Cádiz, Betancourt ya no necesitó la maquinaria de un relojero, las dimensiones y la sencillez del mecanismo hicieron fácil su ejecución en el taller.
La comunicación a través de torretas, era visual. Una aguja marcaba los diferentes puntos los cuales correspondían a letras y números. Un solo hombre podía manejar el aparato y en caso de no haber contacto visual (el cual se hacía con telescopios) se podía enviar un hombre a caballo.
El ingenioso marino y gaditano Juan José de Lerena y Barry, fue otro pionero de las comunicaciones e inventó el llamado telégrafo de día y noche. Su condición de masón le llevó a luchar a favor de la Constitución de 1812. Derrotado y apresado en la defensa de Cádiz contra el Duque de Angulema y la coalición absolutista de los 100.000 de San Luis, tuvo que exiliarse a Nueva York. En 1829 presentó en Cuba a la Marina Española su novedoso invento. El invento impactó tanto que Fernando VII le devolvió el antiguo cargo de teniente de navío y le encarga instalar una red de telégrafos ópticos entre la capital y los Sitios Reales para prevenir sublevaciones y no quedar incomunicado, nace el Telégrafo de día y noche.
En 1830 ya estaban realizándose pruebas de este novedoso sistema que contaba con un sistema de bolas que colocadas de diferente manera creaban distintos símbolos como símbolos de un lenguaje. Estas bolas se podían iluminar para funcionar de noche, la gran innovación del momento.
En Cuba, Lerena conoció al ingeniero militar José María Mathé Aragua, destinado en la isla para realizar trabajos de fortificación y cartografía. El 1 de marzo de 1844 se aprueba por Real Decreto la extensión del telégrafo óptico por toda España y Mathé fue encargado de la realización del proyecto. Se pretendía enlazar todas las capitales de provincia del territorio peninsular y se terminaron dos líneas muy importantes, la de Castilla, que conectaba la capital con San Sebastián y la de Andalucía, que la conectaba con Cádiz. Pero la línea de Cataluña que estaba proyectada como la tercera pasando por Valencia no llegó a completarse en su totalidad.
Como decíamos al comienzo, las líneas férreas posteriores a la de Madrid-Aranjuez ya llevaron incorporado el telégrafo desde el primer momento. Consistía en una línea paralela de postes con dos cables de telegrafía eléctrica que iban en paralelo a la línea férrea.
Con la llegada del telégrafo eléctrico, llegó también el ocaso del telégrafo óptico de Mathé. El 22 de abril de 1855 se ordenó por Real Decreto que se unieran todas las capitales de provincia a través de telégrafo eléctrico tal y como se hacía en la Europa. Aunque las torres fortificadas de Mathé fueron usadas para esta nueva tecnología.
Era indudable que el telégrafo eléctrico era una gran mejora, pero ¿Qué pasaba en el mar? Allí no se podían extender cables.
La telegrafía sin hilos de Aranjuez (T.S.H.).
La única emisora de larga distancia de España conocida como Telegrafía sin Hilos (T.S.H.) o radiotelegrafía también se ubicó en Aranjuez, Alfonso XIII la inauguró la estación de onda corta de Aranjuez el 27 de enero de 1912. Era la única capaz de transmitir a largas distancias y aunque las noticias por tierra seguían volando por medio del telégrafo con cables, en el mar, la radiotelegrafía era el único sistema con garantía de legibilidad, de mandar y recibir información con un buque a mas de 1600 millas.
Cerro del Parnaso y Casa del Murallón. Ubicaciones de las estaciones telegráfica y radiotelegráfica de Aranjuez.
En 1914 quedó reflejada la primera comunicación radiotelegráfica entre España e Inglaterra a través de la T.S.H. de Aranjuez. Además debemos resaltar que gracias a la T.S.H. se pudieron enviar auxilios al Titanic. Tras aquel desgraciado accidente la señal de auxilio cambió de CQD por otra mas práctica y mas famosa SOS, aunque eso es otra historia… La telegrafía sin hilos llegaba hasta donde nadie más llegaba.
A partir de los años 70, aunque mucho más caros y distorsionados, comenzaron a implementarse otros sistemas que extinguirían la radiotelegrafía. Hasta el año 1999 no se extinguiría, tras 87 años de servicio y con el empuje de nuevas tecnologías como la comunicación vía satélite.