La Escuela Nacional de Instructoras Rurales "Onésimo Redondo".
Fundada en 1951, esta escuela se convirtió en una de las joyas educativas del gobierno de Franco tanto a nivel nacional como internacional, hasta el punto de que en Chile se levantó una réplica en los años 70. Era una escuela pensada para formar a las mujeres que serían las encargadas de alfabetizar y de instruir a otras mujeres en el ámbito rural, enseñándoles a aprovechar las oportunidades agrícolas o ganaderas que les brindaba cada territorio.
La Escuela Nacional de Instructoras Rurales estaba ubicada en la actual sede de la Academia de Oficiales de la Guardia Civil, estaba dirigida por la Sección Femenina y en su desarrollo tuvo un importante papel Pilar Primo de Rivera. En ella se cursaban los estudios para la obtención del título de Instructoras Diplomadas Rurales en Economía Doméstica. Anualmente, 80 muchachas de edades comprendidas entre los dieciocho y treinta y cinco años ingresaban en la misma.
Los exámenes de ingreso tenían lugar a finales del mes de septiembre, las aspirantes debían ser españolas y cumplir las siguientes condiciones:
- Tener cumplidos los dieciocho años en el momento de hacer el ingreso.
- Poseer condiciones físicas y de salud necesarias para esta especialidad.
- Tener cumplido el Servicio Social o haber solicitado el cumplirlo en la Escuela.
- Tener estudios de segunda enseñanza, Magisterio, etc., o bien poseer una cultura equivalente a los mismos.
En la admisión de alumnas se da carácter preferente a aquellas que procedieran del medio rural y que tuvieran una decidida vocación e interés por el ámbito rural.
Las asignaturas que se cursan en la Escuela se dividían en dos bloques:
- Enseñanzas técnico-agrícolas, tales como horticultura, floricultura, ganadería y cunicultura, apicultura e industrias lácteas.
- Enseñanzas complementarias y generales: religión, formación política, leyes sociales, higiene y puericultura, convivencia y trato social, teatro, cultura general, música y baile.
Además de las clases teórico-prácticas de cada materia, y para completar su capacitación, las alumnas eran destinadas semanalmente, y en rotación, a las prácticas de granja.
Donde participaban en todos los servicios y faenas agrícolas, desde la limpieza de instalaciones, preparación de tablas de alimentación del ganado, ordeños, control de selecciones, incubaciones, crianzas y administración de la granja, etc., hasta la siembra de la huerta, uso de pequeñas maquinarias y cultivo del jardín.
También, corno parte complementaria a la enseñanza, se organizan anualmente visitas y viajes de estudios por España y el extranjero.
El cuadro de profesores estaba formado por ingenieros agrónomos, veterinarios, licenciados en pedagogía y peritos agrícolas, que desarrollaban toda la parte técnica del plan de estudios.
Al final de cada curso las alumnas eran evaluadas por un tribunal, presidido un representante del Ministerio de Agricultura. Las que superaban los dos cursos obtenían el diploma oficial de Instructora Rural en Economía Doméstica, expedido por el Ministerio de Agricultura. Esta acreditación permitía a las alumnas a trabajar en explotaciones agrícolas, así como realizar una importante labor social en el medio rural.
Fotos: Manuel Sanz Bermejo y autor/es desconocidos.