Fiestas de Aranjuez - Año 1965.
Un año en el que los aficionados a los toros tenían la vista puesta en Aranjuez. En mayo de 1965, con el coso del Real Sitio hasta la bandera, Paco Camino y «El Cordobés» que iban a arropar la alternativa de Vicente Punzón, teminaron a puñetazos en pleno ruedo.
Ante la cámara atenta de Talavera.
En septiembre, la incipiente industria ribereña paraba por unos días para disfrutar de las Ferias y Fiestas de 1964. Los mozos sacaban sus mejores trajes para bajar al baile y a la feria y las chicas sacaban la rebeca del armario, que en septiembre y por la noche ya refresca. Por la Plaza de San Antonio pasa la vieja carretera, que, de vez en cuando, genera algún susto entre los ribereños. Y eso que el tráfico de entonces no es el tráfico de hoy.
En Aranjuez, la cámara atenta de nuestro Cronista Gráfico, Antonio Talavera Palazón, retrata a rostros del celuloide como el de la actriz Ava Gardner, que desde los tendidos de la Bicentenaria disfrutan del arte de Cúchares. Agosto se despide caluroso, llega septiembre, se encienden las fuentes y la ciudad se engalana para exhibirse orgullosa en las Ferias y Fiestas de 1965.
Cita con «El Cordobés» en la Bicentenaria
La fiesta de los toros siguen siendo protagonista de las Fiestas y Ferias del Real Sitio y Villa, con festejos que habrán de celebrarse «si el tiempo no lo impide, con permiso de la autoridad y bajo su presidencia». El 5 de septiembre, a eso de las cinco de la tarde, los aficionados apuraban el café en las tabernas y bares y subían calle Almíbar arriba para encontrarse con uno de esos matadores de leyenda, uno de esos toreros que hicieron historia, deteniendo el tiempo cuando saltaban al ruedo. Junto a «El Viti» y Manuel Amador, esa tarde en Aranjuez toreaba «El Cordobés», Manuel Benítez. Dicen que en la España de Franco, el país se paraba cuando jugaba el Real Madrid de Di Stefano y cuando toreaba « El Cordobés», aquel maletilla que llegó a figura del toreo y al que todos los jóvenes querían parecerse.
... a disfrutar como Dios manda
El comercio tradicional de Aranjuez recogía el género y echaba el cierre para disfrutar también de las fiestas de su pueblo. Eso sí, antes ya habían atendido a todos los ribereños que hacían sus compras de última hora para disfrutar de la feria como Dios manda: los Almacenes Toledo ya han vendido sus últimas rebecas de hilo, los últimos botones para esa camisa que rompimos en la última boda y las últimas bobinas para zurcir calcetines y camisetas.
La colonia a granel está dispuesta para perfumar a los ribereños y ribereñas, que acuden con sus frascos vacíos de casa esperando a que se los rellenen. Quienes se preparan para trabajar un poco más si cabe son los bares y restaurantes de nuestra ciudad, para que en las fiestas de Aranjuez no falte de nada. Como no habrá de faltar la diversión para los más pequeños, que ya pasean en los caballitos junto a sus hermanos, primos y vecinos.