Estanque de los Chinescos.
Su construcción se realizó alrededor de 1790 y probablemente es el conjunto más logrado de todo el jardín del Príncipe. Se compone de tres piezas principales asociadas a un estanque y colocadas en sendas islas: el templete chinesco, el templete clásico y el obelisco en su momento las dichas islas comunicadas con el exterior por pasarelas de las que actualmente falta la del obelisco. El estanque está delimitado por un borde de ladrillo visto a sardinel* y existía una rústica barandilla a modo de cañaveral de la que hoy se ha perdido gran parte. Se construyó también un pequeño «barco chinesco», similar a una pequeña góndola, para navegar en el estanque.
La ordenación de estos tres elementos proporciona una variedad de paisajes que animan a recorrer el conjunto. El trazado y la composición paisajística son de Juan de Villanueva y las labores de jardinería fueron encomendadas a Pablo Botelou.
Durante la Guerra de la Independencia la barca, las esculturas egipcias del templo clásico y el dragón dorado de su cubierta fueron expoliados y el templo chinesco fue destruido, siendo reconstruido en 1826 por Isidro González Velázquez mantuvo la planta incorporando nuevos elementos de diseño, este también reconstruyó la cubierta del templo clásico alrededor de 1820.
Plano del Estanque Chinesco 1945, Diego Méndez. Archivo Estudio Diego Méndez.
Entre los años 1844 y 1849, durante el reinado de Isabel II, se llevó a cabo una restauración, otra durante el de Amadeo de Saboya (1870) y la última tuvo lugar entre 1990 y 1992 eliminándose una piscifactoría de los años 40.
El pabellón chinesco
El templete original, realizado por Juan de Villanueva, tenía dos cuerpos independientes separados por un tejadillo con paramentos que formaban grecas caladas de estilo chinesco y una cubierta con una pronunciada pendiente. El actual, restaurado por González Velázquez está construido en madera sobre una isla circular con una superficie considerablemente mayor que la del templete y tiene una cubierta curvada a ocho aguas que le confiere un aspecto oriental, esta culmina en una pequeña linterna. Se accede a el por una pasarela barandillada en madera del mismo estilo. Tiene adosados cuatro miradores alaternados con otras tantas puertas con arcos apuntados de aspecto neogótico que presentan una celosía en sus contrafuertes.
El templete clásico
Un tholos griego de planta circular sobre una isla también circular ceñida a las dimensiones del propio templo. Es una contrucción monóptera** con diez columnas de orden jónico de mármol de la Granja color verde. El entablamento*** es de caliza y la cubierta es un casquete esférico (originariamente de plomo) cuya cúpula interior mostraba un óleo obra de Zacarías González Velázquez. Está rematado por una piña, y como ya dijimos por un dragón dorado con anterioridad. En el intercolumnio se hay unos cubos de piedra que albergaban los ídolos egipcios de mármol negro que fueron robados en la invasión francesa. Unas escaleras en el extremo contrario al de acceso permiten alcanzar el nivel de agua.
El obelisco
De forma troncopiramidal está elaborado en granito y tiene 7 metros de altura. Este austero elemento está separado visualmente por vegetación de los otros dos, reposa sobre un promotorio rocoso de aspecto natural, donde parece ser que había una gruta de donde manaba el agua.
Estanque de los Chinescos. Óleo de Fernando Brambilla - Patrimonio Nacional.
Detalles del estanque