Benito de Morales y la "machina de aguas claras".
La necesidad de disponer de agua limpia es tan antigua como la humanidad, civilizaciones milenarias contaban con ingeniosos sistemas para mejorar la calidad del agua. En Mesopotamia la ciudad de Nippurn contaba con la red de alcantarillado más antigua de la que se tiene noticia (3750 a.C.), en el mítico Reino de Saba (actual Yemen) la Gran Presa de Marib (siglo XVIII a.C.) es una de las maravillas de la ingeniería del mundo antiguo, duramente golpeada en 2015 por los bombardeos de la fuerza aérea saudí.
Posteriormente en Asia Menor, Oriente Próximo y Creta (1700 a.C.) se utilizaron conductos cerámicos, muchos de estos milenarios sistemas hidráulicos contaban con elementos como los tanques de tormenta para el aclarado del agua separando por decantación el líquido de los fangos. Se sabe que para el aclarado del líquido elemento mediante un proceso químico los antiguos egipcios (1500 a.C.) usaban el Alum o piedra de alumbre, que hoy en día se sigue usando para procesos de coagulación en las potabilizadoras modernas. Aunque en realidad, no es hasta la Grecia clásica cuando se despierta un verdadero y concreto interés por la calidad del agua.
Si nos ceñimos a la historia de una forma general, no es hasta el siglo XIX cuando se construyen filtros y plantas de tratamiento de aguas para su potabilización y posterior consumo. Sin embargo, como ocurre con más frecuencia de lo deseable, se suelen olvidar personajes como Benito de Morales y su machina de aguas claras, una especie de depuradora que mejoraba considerablemente el sabor del agua que manaba de las fuentes de Aranjuez. Quizá uno de los motivos de esta omisión es el celo con que guardó su "secreto". Felipe II le preguntó al respecto y el ingeniero le contestó que se sometería a los mayores tormentos antes de revelarlo, sólo podemos afirmar que las materias filtrantes se impregnaban con algún tipo de sustancia especial de manera que mejoraba el tradicional sistema de arcas de decantación.
Benito de Morales fue enviado a Aranjuez para informar y dar soluciones al proyecto de la acequia de Colmenar propuesto por Francesco Sitoni y su equipo de ingenieros italianos (Mariano Azaro, Juanelo Turriano y Jerónimo Gili) que debido a la difícil hidrografía española no eran capaces de resolver, como demostraron en el caso de la presa del embocador y que acabó en un abierto enfrentamiento por parte del "italiano". Al ver la cantidad de partículas en suspensión que llevaban las aguas del Tajo y del Jarama, Morales también se comprometió a solucionar ese problema.
La obra de este maestro de obras, inventor e ingeniero hidráulico, no solo se ciñe a su machina de aguas claras. En su Andalucía natal ya había realizado importantes proyectos como el del Hospital de la Sangre de Sevilla, los molinos de harina y batanes de Martos o la solución de los problemas de presión y traída de aguas a Valladolid, entre otros. En 1570 es nombrado fontanero mayor por Felipe II donde acomete múltiples proyectos en el Real Sitio entre los que podemos destacar una serie de fuentes y estanques de gran originalidad. Especialmente importante fue su proyecto de cenador-pesquería, se trataba de realizar un nuevo estanque próximo a la entrada de la Isla desde el palacio "al remate del nuevo jardincillo que se hizo sobre la presa, llegando hasta debajo del puente del Tajo", que tuviera como doble función regular las aguas y un uso lúdico como pesquería. Se complementaba con un cenador y galerías al que se accedía desde el Jardín de la Isla mediante una pasarela. Para facilitar la pesca, Benito de Morales ideó una solución para que los peces entraran pero no salieran, mediante una estructura de dos niveles, unidos por una cascada intermedia. El puente, que servía de conexión con el palacio, podía también inundarse para que el cenador quedara totalmente aislado por el agua.