Los ribereños están alerta y dan muestra de ello ante los primeros conflictos laborales en Lever. No son ajenos a cada movimiento político y sindical, pero sí que encuentran un par de semanas al año para la fiesta y el disfrute.
1975 fue un año de muchos cambios profundos en España, de los que Aranjuez no fue ajeno. El caso es que mientras los ribereños preparaban sus fiestas de septiembre, el dictador contaba las semanas como si fueran segundos y la oposición al régimen iba ocupando posiciones de cara al futuro.
El «Canta y sé feliz» de Peret, después de haberse presentado en Brighton (UK) a Eurovisión, sonará incesantemente en España como una de las canciones del verano. Este año será la última vez que la selección española se quede sin ir a un Mundial.
La portada del programa de mano de 1973 es el fastuoso Patio de Armas del Palacio Real, el lugar en el que, con la colaboración de Patrimonio Nacional, se venían celebrando los ya tradicionales Festivales de España, que hoy nos huelen a alcanfor y nos suenan a cañí, pero que entonces congregaban a cientos de ribereños.
Los baños en el río y en los caces de riego no dejaban de ser tradición en el verano ribereño. No obstante, muy pronto los arancetanos tendrían ocasión del chapuzón en invierno, ya que fue en diciembre de 1972 cuando quedaba inaugurada la piscina del Polideportivo Municipal.
Los ribereños se afanaban en sus quehaceres durante los días previos a las fiestas, aunque bien es cierto que con la mente ya puesta en los fastos preparados para los primeros diez días de septiembre.
