Aranjuez y el chocolate.
Hernán Cortés viajó a México acompañado por fray Gerónimo de Aguilar quien envió al abad del monasterio de Piedra el primer cacao junto a la receta para cocinarlo. La introducción de este ingrediente en las costumbres culinarias españolas fue inmediato, comparado con la de otros ingredientes traídos del Nuevo Mundo. En la América precolombina el chocolate se condimentaba con chiles y resultaba una mezcla amarga y picante cuyo sabor no agradó inicialmente a los españoles, quienes preferían endulzarlo con azúcar traído desde la península ibérica, además de prepararlo caliente. Los aztecas usaban el cacao como moneda de cambio, empleado en rituales religiosos, como medicina y así como alimento nutritivo.
A comienzos del siglo XVII, el chocolate bebido ya estaba plenamente aceptado en la Corte española, y su ingesta era habitual en las recepciones reales matutinas. Las horas de servir el chocolate entre la aristocracia de la época eran las del desayuno y la merienda. Pronto, el chocolate se sirve de forma similar en todas las casas españolas de las grandes ciudades. Desde su llegada del Nuevo Mundo, el chocolate fue considerado por los españoles como una bebida caliente, no hay referencias a él en las obras de repostería española de los siglos XVII y XVIII y no entra en ella como ingrediente hasta comienzos del siglo XX.
Aranjuez, en su calidad de Real Sitio, no podía menos que tener unos notables comercios que ofrecían este exquisito y codiciado producto. Los mejores comercios dedicados a la venta de ultramarinos-coloniales disponían de su propio molino de chocolate para la elaboración del cacao destinado a la bebida. Una de estas tiendas “gourmet” que alcanzaron notoriedad por la calidad de su chocolate, entre otros productos, fue “Viuda de Puerta” con localización en calle Postas, 4 y San Antonio, 19. La marca “Viuda de Puerta” como se muestra en su etiqueta se dedicaba además a la venta al detalle y por mayor de productos coloniales, así como a la salchichería.
No existirá una empresa que elabore específicamente el chocolate dedicado a otros tipos de consumo hasta que “Vda. e Hijos de Juan de la Fuente”, además de contar con su propio molino de cacao en su tienda de ultramarinos, comienza la producción de chocolate en tabletas. En sus etiquetas se publicitaba también otra marca de su propiedad, nos referimos a las pastas para sopa “La Genovesa” de la que ya hemos hablado en un artículo anterior.
Luis Egidio Meléndez. Bodegón con servicio de chocolate y bollos 1770. Óleo sobre lienzo, 50 x 37 cm. Museo del Prado.
El lienzo describe un servicio de chocolate, con su chocolatera de cobre, alto palo de molinillo en vertical y largo mango en horizontal; delante, un plato grande contiene un pocillo, un bollo y unos bizcochos, uno de los cuales descansa directamente sobre la mesa; en primer término unos medallones de chocolate se desparraman desde su envoltorio de papel. Obra excepcional por la representación de objetos de valiosa porcelana como el pocillo o jícara, que posiblemente sea oriental de Compañía de Indias, como merecía el chocolate que fue considerado en la época más que una bebida, un acontecimiento social.